Linchamientos: el corazón de las tinieblas. Una cultura política autoritaria, cuya mayor expresión fueron las décadas de dominación priísta, se ha adentrado en las conciencias y prácticas de una muy buena parte de la ciudadanía. Por esto sigue pendiente la tarea de construir en casi todas las instancias de la sociedad mexicana, en los espacios de poder y en la sociedad civil formas democráticas de interacción y de resolver los conflictos. Por muy loables que sean las causas de un grupo o de una persona, ello no les da ningún derecho a vulnerar las garantías que nuestras leyes establecen para cada habitante del país. Es necesario estar atento a los actos que niegan la democracia pero cuentan con apoyo popular. No todo lo que hace una mayoría se convierte súbitamente en acto democrático. Carlos Martínez García vía La Jornada http://www.jornada.com.mx/2018/09/12/opinion/024a1pol